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Relatos

MATRIMONIO

MATRIMONIO El matrimonio fue instituido en remotas épocas por enemigos acérrimos de las relaciones lúdicas y constructivas intersexuales.
El matrimonio en la actualidad puede ser laico -con o sin ceremonia civil-, y religioso -con o sin ceremonia eclesiástica- según el misticismo de los contrayentes. En cualquier caso viene a ser lo mismo: una mujer y un hombre -con evidente falta de lucidez- deciden que son mutuamente necesarios para ser felices y se unen.
Hay animales que no pueden vivir con autonomía de otros: se trata de los parásitos, que succionan y se alimentan de las substancias más idóneas de otros animales. En gran parte de las parejas se da este mismo fenómeno: uno de los dos llena su inconmensurable vacío existencial con los actos, gestos, dichos, miradas y deseos del otro. El dador se encuentra preso en una relación simbiótica, donde a cambio recibe la embriagadora sensación de ser necesario, imprescindible, decisivo en la vida y la existencia de otra persona, degustando así esa sensación prohibida al ser humano ("Y seréis como dioses") porque, hete aquí que, como los dioses tiene poder sobre la vida y la existencia de alguien que lo ha elegido para transformar, decidir su destino, y compartir intimidades harto escatológicas.
La experiencia demuestra que la pulga necesita al perro para vivir, pero cualquier perro que se deje le sirve. El error del perro sería creer que es él y no otro. Eso explica que haya parejas que se neurotizan durante un tiempo que a cualquiera le parecería eterno, adónde uno succiona la vitalidad y la alegría del otro -que se deja con alguna que otra pataleta - sin que parezca verse el final de su disponibilidad. Es el amor neurótico, en contraposición del "amour fou". Es mejor quedarse al margen o te pringan con sus cuitas y cuando se separan salpican.
Otro tipo de pareja muy parecida a la anterior es la de "soy-débil-pretéjeme". El débil se afirma por su incapacidad para pedir con suficiente brío, enmedio del tumulto, un vaso de agua al camarero, por no saber cómo rellenar un formulario, abrir la puerta del coche o con quién debe ir y de quien se tiene que fiar, qué tiene que contestarle a su padre cuando se extralimita, qué modelo de tocadiscos ha de comprarse, dónde venden las entradas para ver a Sabina... El sabelotodo o fuerte se realiza resolviendo cada una de las dificultades del otro, al parecer insolubles, y extrae un sentimiento desproporcionado de prepotencia, de eficacia. A la larga suele desembocar en una euforia crispación que generaliza frente al mundo. Es ese tipo de gente que con voz engolada y mirándote desde la cima de su sabiduría y de su superioridad te dice: "El Quijote, que lo escribió Cervantes" y espera que puntúes con una exclamación admirativa su excelsa perspicacia, cosa que nadie, salvo su débil particular, hace. Lo que le empuja a frecuentarla con más asiduidad a su pareja, que sí que sabe apreciar sus dotes. Este tipo de pareja suele ser eterna, a ellos no les hace falta el divorcio, salvo en el caso en que el débil deje de hacer el chorras y deje la pereza mental, porque entonces todo se va al carajo.
Pero hay parejas que se apartan de estos modelos: son las que se componen de dos contendientes, que están juntos a ver quien puede más y cualquier motivo es bueno para establecer la competición. Las reglas del juego suelen ser inaccesibles para el resto de los mortales: resistencia psíquica, incoercibles deseos de camorra y como paréntesis un polvo con cardenales y arañazos, con el que marcan el final del “round", pero no del combate. No se aconseja intentar mediar o apaciguar parque se suele salir escaldado y vituperado por las dos partes. Sólo los dos elementos de la pareja podrá poner fin a la espiral de destrucción y ¡ay de quien se atreva a intentarlo lleno de buenas intenciones! Son parejas droga y crean hábito.
En el otro extremo están los misántropos románticos, esos para los que el mundo es un terreno minado, que desconfían de la amistad y de la bondad natural de la gente, de la hermosura que hay alrededor y se descubren en la marabunta como dos náufragos. Los lazos que les unen son la injusta maldad y la profunda crueldad de las que son victimas. Cuando los veáis hablar quedo, con las manos cogidas, mirándose a los ojos enternecidos, no interrumpáis: se están contando penas. Y cualquier cosa es una pena para ellos; el café se lo han servido frió, Mari les ha saludado mirando “como si” o se les ha descosido el bajo del pantalón. Se sienten víctimas con la misma fruición con que otra gente se siente concejal y con la misma base se dedican a sentirse llamados a más altos destinos que el resto. Si han sido alfabetizados, corremos además el peligro de que nos lean unos poemas horribles que hay que comentar diciendo "qué-gran-sensibilidad-tienes" porque no hay por donde cogerlos. Es mejor quedarse lejos porque, además, para sus calenturientos cerebros puedes ser parte de la universal conjura que existe contra ellos y contra su amor.
Pero la verdadera mezcla explosiva es la del elemento expansivo-reflexivo con reflexivo-introvertido. El uno cumple funciones de "starlette" y el otro de espectador; uno es bolo alimenticio y el otro estómago rumiante. Las tempestades explícitas tienen al elemento pasivo para subrayar la fogosidad expansiva del otro. El reflexivo-introvertido tiende a neutralizarse, adquiriendo con el tiempo una serenidad próxima al nirvana mientras que el expansivo-extrovertido llega a adquirir modos y maneras de divo ante la prensa, reforzado e imbuido de su papel de portavoz. Su separación puede dar al traste con un dificilísimo equilibrio interdependiente.
*Variación sobre el tema representa la pareja formada por un hermano bastardo del mesías, dispuesto a catequizar y postular sobre prácticamente cualquier tema, con la insólita pretensión de elevar a categoría general cualquier acto. Su complementario suele ser un elemento provisto de un sentido común a toda prueba, que minimiza inmisericorde toda tentativa adoctrinadora. La lucha se establece con carácter épico-ético-trascendental por un quítame-allá-ese-cenicero o quién-puso-aquí-el-martillo-que-no-es-su-sitio, con eruditas alusiones a los significados ideológicos, porque , querámoslo o no, al hermano bastardo del mesías le resulta peco menos que imposible, vivir su vulgaridad sin hacerla formar parte de una cosmogonía interrelacionada con su monotemática -que suele ser la política y la psicología- y al complementario le suelo resultar toda generalización teórica una burda maniobra de despiste, si no una manera como otra cualquiera de no llamar al, pan, pan y al vino, vino. Pueden hacerse viejos intentando que cambie el otro, sin dar su brazo a torcer.
En cuanto a las posibles variaciones, sen infinitas; cada pareja tiene rasgos de todas y es la proporción la que varía.
Por todo lo que antecede, el divorcio como institución necesaria es un hecho que nadie razonable puede objetar; ahora bien, no se aconseja como remedio general porque cada individuo que no este ocupado es un elemento perturbador en la comunidad, ya que, carente de su complementario busca apaños temporales en las orejas complacientes de sus amigos. Además un divorcio e separación, sólo abre un interregno hasta la próxima unión, variante aproximada de la anterior, porque "a decir verdad, no sabemos renunciar a nada, sólo sabemos cambiar una cosa por otra, y lo que parece renuncia, sólo es en realidad una formación sustitutiva” que dijo Herr Freud.
Agradecemos a los monógamos sucesivos, su falta de contención en la exposición y narración de las miserias vividas en pareja, y sobre todo a nuestras madres que con una dieta rica en fósforo -sardinas-, y sus desvelos y cuidados nos han permitido experimentar, gracias al grado de resistencia adquirido, todas y cada una de estas parejas, pudiendo obtener así valiosísimo material de primera mano, en una sociología de campo que hemos intentado sea divulgativa y no exhaustiva, en beneficio de nuestros lectores.

LAS CAMPESINAS

LAS CAMPESINAS Este cuento lo he extraido del último libro que he leido, Moras y cristianas de A.Irisarri y M. Lasala. Os lo recomiendo a todos, por lo entretenido de sus cuentos y la belleza de sus descripciones.

Aysûna
Al-Qasr, de la provincia de Barbitaniya,
en Huesca. Año 244 de la Hégira

Había sido buena la cosecha de trigo y cebada, loores a Dios, el granero estaba lleno y podrían afrontar los fríos. Ya entraba el mes de aylûl, pronto se irían las calores, pero antes había que coger la almendra y la pera, los árboles iban repletos, aunque la pera se veía pequeña este año, y habría que bajar las ovejas del monte, y rezar para que las constantes riñas de familia entre los señores Banu Qasi y Banu Amrús les dejasen seguir sus obligaciones en paz.
Aysûna cogió al más pequeño de sus hijos, que ya correteaba con paso firme entre los otros, y se sentó a la sombra de la casa, junto a la puerta de entrada bajo un pino carrasco ya añoso, y se lo arrimó para que tetara un rato, pero el crío se zafó de las manos de la madre y salió corriendo. La labriega se resignó a aguantarse el dolor y la hinchazón de los pechos con la crecida de leche, y se imaginó que el pequeño no tetaría más, claro, si ya come del caldero como los otros, pero mientras tengo leche no me quedo encinta, pensaba, y este hombre, en cuanto baje con los corderos, me preñará otra vez, y vuelta con la barriga para el invierno, y la oliva del año que viene la tendré que varear con el hato del crío encima. Bueno, el marido tendría que llevarse el grano a moler a Bolea, y entre ir y venir y pararse en el mercado de Huesca, medio mes o más la dejaría tran¬quila, ay, queste hombre no piensa en otra cosa, y en¬cima de quejarse de que no puede tener más mujeres, a mí no me deja tranquila, y qué más quisiera yo que compartirlo con otras, que de paso algo ayudarían, que aquí no hay más que trabajo, que cuando hace bueno, porque hace bueno y cuando hace malo, porque hace malo.
Se atusó la lifafa sobre la cabeza y volvió a ponerse el amplio sombrero de paja y se acercó hasta la acequia para ver que la noria del agua estuviese limpia y sin atascos, porque los olivos tenían que regarse sin falta, que estos dos meses próximos son los más importantes. El agua le venía a la acequia del río Vero, que atraviesa la capital de la provincia de Barbitaniya, que tiene otros dos ríos, el Alcana¬dre y el Cinca, pero el Vero es el más saludable, el de aguas más claras y por eso aquellas tierras, llama¬das Al-Qasr, eran tan fértiles, por la gracia de Alá.
Sus amas estarían contentas, es decir, el ama Nunilo, la mayor, que la pequeña ni se enteraba, y cómo había de hacello, si no alcanzaba los diez años, a ver, tendría la misma edad que el cuarto suyo, sí, que para la fiesta de las mujeres en el Nayrûz de aquel año se hallaban las dos preñadas, su señora dueña y ella, y qué bello festejo se organizó, aquella vez... había llovido mucho en el invierno, y brotaron las flores y los frutos más hermosos que nunca, y todas las mujeres de la capital y los arrabales y los alrededores estaban alegres y excitadas, y esperaban la primera luna llena del mes de âdâr con impaciencia, porque ese día se celebraba la fiesta de la tierra que renacía tras el invierno y se pedía la fertilidad de las mujeres, eran ritos y alegrías que venían de muy antiguo, y nunca se dejaron de conmemorar, Aysûna los había vivido desde muy niña, y su madre y la madre de su madre los habían vivido igual, qué hermoso era ese día, se pensaba, de can¬tos de agradecimiento y coplas de mujeres sabidas desde siempre. Se puso a caminar de nuevo, recordando que aquel día, en aquel año, habían sacado a las afueras de Barbastro, en la zona extramuros al sur que era la que más protegida estaba del viento, mesas y asientos y mantas para el suelo, y tol¬dos y sombrillas de muchos colores, y collares que las niñas habían hecho durante días con flores y bayas y hojas, y guirnaldas para el pelo y para ponerse a la cintura, y otras más grandes para adornar los bancos y las tiendas, y también había columpios y se extendieron sobre la hierba las grandes telas preparadas en el invierno por las hilanderas y las tejedoras con dibujos de frutos granando y vientres en flor, y se colocaron macizos de plantas de todas las especies que brotan en ese tiempo, formando un paisaje todavía más hermoso que el que ya había con los jardines florecidos por la primavera, y llevaron comida y bebida en abundancia, instrumentos de todo tipo para hacer música y pañuelos de colores, y todas las mujeres cantaban las estrofas que ya conocían desde niñas y otras nuevas que inventaban, o las casidas amables de las cantoras más cultas, o las canciones populares de plazas y mercados, y bailaban, y reían, y hablaban unas con otras y saludaban al sol del nuevo ciclo de la vida que empezaba, ah, que alegría, pensábase Aysûna, las mujeres y la tierra, todas juntas, sin velos sobre el rostro y sin cubrirnos la cabeza, sin hombres, sólo con los hijos más pequeños, que ésos llevan nuestra semilla, las mujeres, qué felices somos en esta fiesta, bailando alrededor de los árboles, danzando solas y en grupo, jugando y cantando, y contentas de ser mujeres, por una vez libres y descalzas sobre la hierba, tomando lo mejor de la brisa fresca del día, y después, en la noche, encendíamos hogueras y entonces se pro¬ducía un silencio inmenso, y todas mirábamos a la luna, que es la primera mujer, la gran madre que a todas nos guía, y su luz es como el vientre de la preñada, y ahí estábamos, mi señora ama y yo, las dos a punto de parir, y me dijo, Aysûna, qué hermosa es la vida, a pesar de todo, y le dije, sí, señora mía, pero este día y esta noche son los más hermosos de todo el año, que ahora somos todas iguales, cristianas y moras, aquí estamos todas, señoras y esclavas, y sirvientas y doncellas, y viejas y jóvenes, y pobres y ricas, señora, todas igualadas, porque la luna nos dice que aquí estamos para dar a luz la vida, y preñadas somos todas iguales, mi ama, y ella me abrazó, y entonces la más vieja del lugar, la que por tradición dirige el ritual, entonó el gran grito que marca el comienzo del ciclo y entonces todas nos pusimos a danzar alrededor del fuego, bien es cierto que yo no aguanté mucho bailando, que ya an¬daba pesada, y había otras con barriga que también se iban parando, pero todas reíamos y nos sentíamos muy felices. Pobre señora, qué vida tan corta, ella que fue tan buena y siempre me quiso de veras, ya no se han podido celebrar otros festejos para el Nayrûz, cada año habían revueltas y refriegas de guerreros y los hombres y los maridos, y aun el juez convino en no permitir otras fiestas, para proteger¬nos de las escaramuzas, dicen, pero nunca se sabe con estos hombres, nunca se sabe, prefieren tener¬nos quietas en casa y trabajando, que Alá me perdone, pero ya hace casi diez temporadas del último festejo, y ésa era nuestra única noche libres, y nuestro único día fuertes, y mi pobre señora ya no vio más fiesta de mujeres, ni ha de ver ya otra... ¿por qué Alá querría que muriera tan joven?, que Él la tenga a buen recaudo y a mí me perdone por blasfema, pero no se merecía la muerte, quella era buena madre y buena señora, aunque cristiana, queso no tiene importancia, y siempre a las hijas las educó rectamente y ellas fueron cubiertas de cabeza y de rostro, y aunque no renegó de su religión, vivió con nuestras costumbres y fue sumisa al marido, que Alá también guarde, y lo quiso como era, árabe y hombre, y crió a las hijas respetando al padre y sus modos aun después de viuda, que tuvo que enviudar tam¬bién por mandato de Alá, y aun así siguió fiel a la memoria del difunto, pero Alá no contento siguió enviando el infortunio a esa familia y al poco hubo de morir también ella, dejando a las hijas pequeñas. Ya hace dos temporadas deso, sí, que fue en el tiempo de coger las viñas, como ahora, ay, y ya le gustaría catar las uvas deste año, ya, tan gordas y tan ricas que han venido.
Sumida en suspiros y pensamientos, habíase llegado a los manzanos y allí estaban jugando tres de los siete zagales que a la labriega le vivían de los diez varones que había parido hasta la fecha, y gritóle a uno de los grandes que fuera a coger un hato de borrajas a la huerta y que se trajese a casa a los pequeños, que ya se echaba la tarde.
Al llegar al humilde caserón, vio orillado el pa¬lanquín de su ama, la niña Nunilo; y más allá los sirvientes, esperando. Entró rápidamente a la casa y se encontró ya sentadas a Nunilo con su vieja aya, y a la hermana, la pequeña Alodia que jugueteaba con un hijo suyo, el de su misma edad. La niña Nunilo debía tener quince años, pero su aspecto no era el de una doncella, sino que por su porte grave y digno aparentaba ser mujer añosa, y es que tras la muerte de la madre, tan seguida de la del padre, toda la responsabilidad de la casa y la hacien¬da había caído sobre ella, y eso y la tristeza habían hecho mella en su rostro.
Después de las salutaciones, las reverencias, las sonrisas de cariño mutuo y las cortesías habituales, Nunilo le hizo saber a Aysûna el motivo de su visita sin aviso y quizá precipitada. Que la madre, sabía ella, era la que había aportado al matrimonio los bienes, que procedía de familia importante y de renombre en la Barbitaniya y que ella había sido única heredera; que el matrimonio de su madre y de su padre había gozado de buen negocio y prosperidad y habían aumentado ingresos y bienes, puesto que, aunque formada por árabe y cristiana, la unión de sus padres había sido conforme y basada en el respeto y los dos caminaron siempre a una, que su padre no tomó más esposas y su madre le había guardado obediencia, y que a la muerte, primero del padre y luego de la madre, ningún pariente hubo que se interesara por ellas o que acudiera a socorrerlas, aun siendo muy joven ella, Nunilo, y una niña todavía Alodia, y que las dos, con la ayuda de la buena aya y del secretario administrador que ya lo era en vida de su padre, habían mantenido las propiedades, siguiendo con las tierras y la casa, y si no dime tú misma, Aysûna, si no sigues cultivan¬do las tierras y me pasas cuentas de las cosechas, y bajas al mercado y mantienes la tierra y vives aquí a su cargo, con la parte del producto que te corresponde y a nosotras nos cumples con las rentas, que es eso nuestro acuerdo. Pues bien, un parien¬te que ahora reclama cercanía por la parte paterna, ha puesto demanda contra nosotras, las hijas de su familiar, acusándonos de cristianas, y reclama ante la justicia que abracemos la religión de nuestro padre y que abandonemos, Alodia y yo, nuestras prácticas cristianas, y tú sabes, Aysûna, que nuestros modos de vida en nada difieren con los que la ley del Corán manda, y que cumplimos los preceptos y me extiendo largamente en obras de caridad y que por eso yo y mi familia gozamos de gran estima en la grande ciudad de Barbastro, pero nada de eso viene a cuenta para la reclamación deste pariente, que se ampara en la obligación que impone la norma musulmana de que los hijos sigan abiertamente la religión del padre, en estos casos de mezclas, y yo no quiero, Aysûna, que nada malo hago y en nada quiero cambiar mi vida y lo que pienso, y más cuan¬do este pariente mío, malhallado sea, sólo batalla para conseguir nuestra hacienda, que ha protestado al amir Jalaf, pidiendo parte de las propiedades de mis padres, como pago por quitar la denuncia, o si no le es concedido, seguirá adelante con el juicio.
Aysûna comprendió el pesar que se traslucía en el rostro de la joven. Ya habían comparecido ante Jalaf ibn Rasid, el amir de Barbastro, hombre cabal y tenido por justo que conocía muy bien a las dos hermanas y se había relacionado con los padres, y que compadecido por su orfandad y por sus pocos años, las había mandado de vuelta a su casa sin imponerles castigo alguno. Pero a la vista dello, el familiar había acudido al valí Zumel de Huesca, a quien renovó la acusación contra las dos jóvenes, y a pesar de las dudas y el recelo que el pariente de las niñas le produjera al valí, y a pesar de sus deseos de dejar las cosas como estaban, se había visto obligado a dictaminar el encarcelamiento de las hermanas para proceder al intento de convencerlas, en la cárcel, de que abandonaran la doctrina de los cristianos, tal como, tomada estrictamente, mandaba la ley árabe.
Nunilo andaba muy preocupada y tenía miedo de que, una vez llegadas a Huesca, ya no las dejaran salir más, y por ella misma no temía, pero la hermana era muy niña, y le daba pena arrastrarla al mismo destino, y por eso había hablado con la pequeña Alodia y le había explicado como mejor había podido el asunto, y la pequeña había respondido como una mujer, que ella no quería cambiarse, pero también como una niña, porque había dicho que prefería cualquier cosa antes que separarse de su hermana Nunilo. Asín que sobre ella recaía de nuevo tan grande responsabilidad, y, por si las cosas venían mal dadas, estaba allí para avisarla de su decisión, que se lo dijera al marido cuando bajara del monte con las ovejas, pero que ahora, tomara este documento en el que venía indicado que les vendía las tierras, en su nombre y en el de la hermana, al precio de un dinar que ella ya consideraba recibido.
Es testigo deste negocio mi aya, que nos ha visto nacer y nos crió y nos consoló en tiempos de penas y duelos, y que va a acompañarnos también a la prisión, y no protestes, Aysûna, que me has servido bien, como bien lo hiciste con mis padres, y te debo estima y agradecimiento, y si mi Dios y el tuyo disponen que no vuelva de mi cita, seguro que los dos quieren que la tierra sea para quien la merece, y no para aquel que se vale de trampas y malas intenciones para enriquecerse sin esfuerzo y sin merecimiento.
La campesina escuchaba atentamente a su se¬ñora Nunilo, pero en esta última parte, alzó las manos, negando abiertamente lo que a ella le parecía impensable. Cierto que el pariente iba a las malas y que pretendía la hacienda de las jóvenes, valiéndose de una artimaña jurídica con voluntad aviesa, y que por mucho que se resistiesen los corazones de los jue¬ces, al final tendría que prevalecer la ley, y si su niña Nunilo no cedía, es que Alá así designaba que tenía que ser, loado fuera por siempre, pero de ahí a donarle las tierras, la heredad de la familia de su ma¬dre, no, no podía ser tamaño despropósito, y se negó en rotundo.
No llores, mi buena Aysûna, y no te resistas. La casa queda vendida al secretario que administró los bienes de mi familia, el molino de aceite y sus depósitos, al que lo tuvo arrendado por veinte años, y hay otras propiedades que he repartido a los que bien nos sirvieron queriéndonos en vida de mi madre, por eso esta tierra ha de ser para ti, Aysû¬na. Mi hermana Alodia y yo hemos elegido nuestro camino, y la decisión está tomada, porque vamos a mantenernos en nuestras convicciones, y según la ley de Mahoma, nuestro castigo es la muerte.
Pero como la labriega, arrodillada a los pies de su señora, entre llantos y ruegos, siguiera negándose a recibir la escritura de propiedad, Nunilo le hizo una promesa: que tomara las tierras en depósito, porque transcurrido un año ellas volverían allí, y ponía dello por testigos a su Dios y al de ella juntos, que más fuerza harían, y asín ella misma, con esa promesa hecha, de alguna manera se las tendría que ingeniar para regresar, acuérdate, Aysûna, para la uva de la temporada que viene. Aysûna más calmada, aceptó el trato y preparó de comer, que todos los críos se arremolinaban con hambre y aun ellas, las mayores, ya sentían las tripas vacías con tantos parlamentos.
Llegaron las lluvias y los fríos. Bajó también el marido del monte, y se fue a Bolea, y volvió para las vides. La oliva vino abundante, daría buen aceite y espeso, qué lástima que su niña Nunilo no hubiese vuelto todavía de las cárceles de Huesca, para llevarle las rentas y darle cuentas de cosechas. El invierno llegó crudo y descarnado, pero pasó pronto, y con el renacer de la tierra, loado sea Alá, ese año 244 de la Hégira, que Alá guarde en su memoria, permitieron de nuevo la fiesta del Nayrûz, después de tantos, y las mujeres danzaron otra vez en honor de la tierra y pidieron fertilidad y abundancia para ellas y para sus familias. Aysûna lucía preñez de poco tiempo, pero ya notoria, y es que después de tantos hijos, el cuerpo ya estaba hecho a la barriga, pensaba, pero aun así disfrutó como una muchacha, y enlazó sus manos con las doncellas y con las otras viejas en bailes y juegos celebrando la vida, y orga¬nizaron tal algarada que nuevamente los hombres suspendieron las celebraciones para próximas temporadas por miedo a las luchas políticas que podían saltar en cualquier momento. El verano llegó asfixiante como siempre, pero esta vez más triste, porque vinieron noticias de que las niñas seguían en¬carceladas, que su caso lo habían visto en Córdoba y que la observancia estricta de la ley exigía la pena de muerte para ellas. La labriega recordaba la promesa de Nunilo, por eso, cuando supo que habían sido condenadas, ella reclamó a Alá su cumplimiento. El trigo y la cebada se recogieron, la pera y la almendra también, y aquella tarde sombría que anunciaba frío Aysûna se puso de parto, y pensóse que en mala pata, pues que tenían que recogerse las uvas y ella iba a estar floja un par de días y enci¬ma tendría que amamantar al crío, y mandó al hijo mayor a buscar a la comadrona, que la cosa venía ya.
La matrona vino enseguida, por el reclamo y por contarle a Aysûna que las niñas Nunilo y Alodia estaban siendo ajusticiadas esa tarde en Huesca, y así, entre los dolores del parto y el dolor del alma y el llanto por sus pequeñas amas, Aysûna dio a luz primero a una niña, y luego a otra, hermosas como las rosas de su huerto, delicadas como el rocío de la aurora, y al verlas, la vieja matrona gritaba que Alá te los manda a pares, hija mía, que tienes pocos, y ahora dos, que por lo menos son hembras, que sólo parías zagales, y te han salido de las entrañas dos creaturas preciosas como estrellas. La madre las tomó en brazos, jadeante y sonriente, mirándolas embelesada y murmuró amorosamente complacida que, ya me extrañaba a mí que no cumplierais la promesa.

Trastornos Psicológicos y astrología

Trastornos Psicológicos y astrología He recopilado para los aficionados a la astrología un resumen del XX Congreso Ibérico de Astrología, Palma de Mallorca, Junio 2003, donde se habla de la relación entre los trastornos psicológicos y la Astrología. Si alguien está interesado puedo facilitarle los textos completos de dicho congreso. También puedo un pequeño resumen de vuestro tema natal, poniendos en contacto conmigo mediante email .

Neurosis depresiva, depresión, neurastenia
Según la tradición astrológica, la depre­sión se da a menudo en las disonancias Luna-Saturno, Sa­turno en el FC, o mal aspectado con el regente de FC o un planeta allí presente, sin la ayuda de aspec­tos armónicos de planetas Yang. Los signos Yin, femeninos, son más proclives a sufrir este mal, es­pecialmente los de agua y Capricornio.
En cuanto a las disonancias Luna-Satur­no, la oposición es especial­mente dura (excepto con ascen­dente Capricornio o Acuario, que indicarían más bien neurastenia), así como la cuadratura de 4ª o creciente siempre que el ascendente sea Cáncer. La sesqui­cuadratura de 8ª o menguante es bastante trágica y puede ser un factor de suicidio.
Histeria
En astrología se asocia con las disonan­cias Luna-Urano, de entre las que parece especialmente sospechosa la semicuadratura de 11ª o menguante, pero, por la gran variedad de tipos de histeria identificados, deben intervenir otros factores de refuerzo.
Miedo, fobia, angustia
En estos individuos se suele dar un rasgo de carácter común con los del depresivo, como son la in­troversión, timidez, los comple­jos de inferioridad, pero unido a un carácter poco realista o excesiva­mente fantasioso. Por todo esto se atribuye a disonan­cias de Saturno y Neptuno a la Luna, aunque la poca afirmati­vidad pudiera involucrar al Sol. Saturno en XII, en disonancia a la Luna, el regente de IV o un planeta allí situado son factores bastante angustiosos.
Sabemos que una disonancia Luna-Saturno hace al indi­viduo proclive a la tristeza, pero sabe­mos también que cualquier contacto de estos dos planetas es favorable para la sensatez y la previsión, que pueden ser herramientas útiles para diseñar una estrategia que siempre debe estar diseñada a la medida del individuo, pues no hay un tratamiento igual para todos los individuos que padecen deter­mi­nada neurosis, debido precisa­mente al origen vivencial de una experiencia individual.
Obsesiones - compulsiones
Las disonancias Luna-Plutón y Luna-Marte parecen ser un claro indicador de estos trastornos. La cuadratura puede ser grave, excepto con ascen­dente en Cáncer, lo cual supone un desprecio de los valores represen­tados por la Luna, una autorrepresión de los pro­pios sentimientos e indiferencia afec­tiva. Esto explicaría la actitud exigente, crítica, y el senti­miento de culpa. Plutón en casa IV, o en di­sonancia (sobre todo la cuadratura) al regente de IV o a un planeta allí alojado puede producir efectos similares a la disonancia Luna-Plutón, y los signos de agua son los más procli­ves.
Otros trastornos neuróticos
podría­mos hacer una clasificación básica de trastornos neuróti­cos, con su paralelis­mo simbólico correspon­diente:
Manía: Júpiter
Depresión: Saturno
Histeria: Urano
Delirio: Neptuno
Obsesión: Plutón

Fo­bias, miedos, angustia: Saturno-Nep­tuno, casa XII
Transtor­nos sexuales y de la agresividad: Marte, Plutón, casa VIII
Supers­tición, sotería: Júpiter-Neptuno, casas IX y XII
Trastornos psicóticos
Los delirios paranoides pueden ser de grandeza, relacionados con la casa V, de celos, y los eróti­cos, afectando a la casa VIII, injusti­cia, afectando quizá a la casa IX. Pero conside­rando el delirio como algo no real o pertene­ciente a "otra realidad" debe siempre afectar a Neptuno o el planeta re­gente de XII o allí ubicado. Y considerando la argumenta­ción lógica y su expresión concreta parece que hablamos de Mercurio, la casa III, su regente o planeta presente, pero para que todo esto afecte a la psique del individuo, parece impres­cindible el concurso de la Luna o la casa IV, ya sea su regente o un planeta en IV.
la esquizofrenia Astrológicamente hablando no se ajusta a un modelo muy concreto y suele afectar a cartas muy de­sorganizadas, entendiendo esto en términos amplios, es decir, a nivel de aspectos disocia­dos, planetas sin aspectos y vacíos de curso, desconexiones a nivel de estructuras de regencia, aspectos duros de la Luna con los transpersonales, mercurio, las casas de agua y también las III, VI y IX, imposibles de siste­matizar en un aforismo único.
EL DIAGNÓSTICO ASTROLÓGICO
La tradición astrológica atribuye a la Luna la forma de reaccionar, el sentimiento y las sensacio­nes, es decir, la emotividad recepti­va del individuo, lo que indudablemente condi­ciona nuestro estado de ánimo y reacciones, vida privada, estilo y ritmo de vida, relaciones fami­liares, muy especialmente con la madre y, de alguna manera, las mujeres en general. Y, con la emotividad, nuestra capacidad de convi­vir con los demás (bajo un mismo "techo"), así como todas las somatizaciones orgánicas y fun­ciona­les.
Mercurio rige el lado izquierdo del cerebro -la Luna el derecho- y también parece estar relacio­nado con problemas mentales, pero más bien de tipo neurológico, como la dislexia, tartamudez, mu­dez. Astrológicamente simboliza el intelecto concreto o estructura lógica, la redacción, oratoria, etc, lo que puede estar relacionado con la experiencia social de la niñez con hermanos, vecinos y familia­res próximos, así como los compañeros en la enseñanza primaria y, si vamos más lejos, ya que simbo­liza cómo se comunica el individuo, en sentido amplio, cómo se desplaza cotidiana­mente para desem­pe­ñar sus actividades diarias.